Un grupo de investigadores de la Universidad de Cardiff, conducido por Jacky Boivin llegó a la conclusión que las mujeres que sufrían de estrés al iniciar un ciclo de ovulación con vista a un tratamiento de fecundación in vitro tenían igual posibilidades de gestar, que las mujeres que no pasaban momentos de tensión alguna. El hallazgo contradice una gran cantidad de estudios anteriores que describían las consecuencias perjudiciales de la tensión sobre la concepción en mujeres, particularmente adjudicando al estrés influencia sobre la infertilidad.
El estudio abarcó el análisis de 14 estudios donde se consultaba a las pacientes por su nivel de estrés dentro del mes en que recibían tratamiento para realizar una fertilización in vitro. El nivel de ansiedad experimentado por las pacientes reveló no tener repercusión alguna sobre el sistema reproductivo. Durante años se acumularon pruebas que relacionan el estrés con una marcada disminución de la fertilidad, pero este nuevo estudio echa luz sobre este tema conflictivo. Sin embargo, uno de los secretos por los cuales el estrés durante el tratamiento para la fertilización in vitro no es dañino reside en que el aumento de hormonas que se producen durante éste influye positivamente para equilibrar cualquier desnivel que pudiera producirse en el organismo. De este modo se cuestiona la posibilidad de que el estrés afecte la capacidad reproductiva de la mujer.
Un tratamiento de este tipo conlleva una serie de deberes diarios que pueden resultar una sobrecarga para una mujer que debe cumplir no sólo con los horarios de la clínica sino con las obligaciones propias de su trabajo. Completar un ciclo de FIV requiere cumplir con todo el esquema de inyecciones, escaneos, pruebas y procedimientos que suelen desanimar al 30 por ciento de las pacientes, que abandonan el tratamiento antes de completarlo.
Los momentos más estresantes suelen ser:
Todos estos elementos pueden afectar el estado anímico de la paciente en distintos grados, dependiendo del conjunto general de su salud y su entorno social. A pesar de ello, las posibilidades de superar el estrés de la situación son muchas y, en general, los resultados son satisfactorios.
Finalmente, es deber del médico evaluar el papel del estrés durante el tratamiento de la infertilidad, ya que no se debe desestimar ningún factor: el efecto emocional que produce la falta de hijos sobre la paciente; el embate de las costumbres sociales que hacen que la paciente pueda sentirse desubicada o en pérdida con respecto a otras mujeres; que le cueste asumir la responsabilidad de seguir un tratamiento riguroso.
Es una buena noticia que el estrés no modifique la tasa de fertilidad de las pacientes, y es conveniente que el aspecto psicológico se refuerce sin demora al atravesar un tratamiento que puede parecer algo complicado.
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