El sistema inmunológico protege al cuerpo contra la invasión de agentes extraños, además de eliminar células inapropiadas elaboradas por el mismo organismo. Aunque pareciera que este sistema defensivo del cuerpo fuera extraño a los problemas de infertilidad, no lo es tanto, ya que algunas fallas en su funcionamiento pueden causar problemas muy graves, como el aborto espontáneo y la falta de implantación en el útero.
Repasemos la composición del sistema inmunológico: éste está compuesto por un conjunto de estructuras funcionales y procesos biológicos derivados de ellas que funcionan como un detector de elementos ajenos al cuerpo para luego eliminarlos con la mayor celeridad posible.
Las células que ejecutan este trabajo son los linfocitos, acompañadas de los anticuerpos (proteínas con una función específica). Cuando la presencia de bacterias, virus o elementos como parásitos o células cancerosas pone en riesgo la integridad del organismo, los agentes del sistema inmunológicos ponen en marcha las defensas para detener y eliminar la amenaza.
Por esta misma capacidad de diferenciar las células propias de las ajenas, el sistema inmune es el responsable de los rechazos en los trasplantes de órganos, y en ocasiones, el mismo sistema causa la destrucción de las células sanas del mismo organismo (este fenómeno es conocido como enfermedad autoinmune).
Planteando el embarazo como una situación que podemos calificar de única dentro de los límites de la inmunología, podremos comprender la importancia de que este sistema funcione correctamente para poder evitar problemas de infertilidad ligados a él. En el embarazo las células del sistema inmunológico materno aceptan, mediante un proceso especial llamado inactivación local, las células del feto que obviamente son distintas a las propias. La placenta, tejido perteneciente al embrión, invade al tejido de la madre sin que el sistema de defensa reaccione. Es en el proceso de implantación embrionaria donde aparecen los síntomas del rechazo a causa de un problema de respuesta del sistema inmunológico, que no logra equilibrarse para aceptar los tejidos del embrión, causando la falta de implantación o el aborto.
Para las mujeres que sufran o hayan sufrido de un desorden autoinmune es muy importante reportar esto al médico que controle su embarazo. Muchas veces en la clínica de reproducción asistida se encuentran casos como éste que no son debidamente explicados por la madre y conducen a largos tratamientos sin resultados efectivos.
Otra variedad de los desórdenes inmunes es el rechazo producido por las proteínas producidas a partir de los genes masculinos. Estos trastornos pueden ser detectados con una sencilla prueba de sangre.
En ellas la variación del anticuerpo antifosfolípido positivo nos indicará riesgo de aborto, pérdida espontánea en el segundo trimestre, desarrollo retardado intrauterino o preclampsia. Las mujeres que suelen ser afectadas por trastornos inmunitarios suelen tener fracasos reiterados de FIV, endometriosis o falla ovárica prematura.
Existen varios tratamientos para compensar el sistema inmunitario desequilibrado; es indispensable que un equipo médico trabaje en conjunto para obtener los mejores resultados posibles para la paciente que pasa por esta situación. Aunque el panorama es muy favorable, todavía existe un porcentaje de mujeres afectadas por estas dolencias que no pueden superar el problema de falta de fertilidad. De todos modos, se sigue investigando en el tema y se augura una era de nuevos tratamientos a corto plazo.
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