Las infecciones ginecológicas pueden afectar la capacidad reproductiva femenina de forma temporal o permanente. La infertilidad a causa de una infección el resultado final de un proceso que pudo haber desaparecido completamente pero ha dejado una huella nociva e imborrable para la salud de la paciente. Por ejemplo unas de las consecuencias de una infección no tratada son las adherencias de las trompas de Falopio con otros órganos, generando un obstrucción que dificulta el correcto depósito del óvulo en el útero materno ( las trompas de Falopio llevan el óvulo desde los ovarios hasta el útero).
Las principales infecciones causantes de infertilidad son las relacionadas con Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Antiguamente consideradas verdaderos flagelos, la sífilis y la gonorrea son hoy dos de las principales enfermedades infecciosas que producen daños permanentes en el aparato reproductor femenino. Los signos más característicos de estas dos enfermedades en etapas tempranas son los dolores en el bajo vientre, especialmente durante el coito. Esto es debido a la inflamación de los órganos internos de la pelvis y el dolor puede pasar desapercibido o ser confundido por la paciente con otras enfermedades o malestares pasajeros, por eso es importante tener en cuenta una correcta higiene de las relaciones sexuales, con la debida protección, sin dejar de parte de la pareja nada librado al azar. Si se han tenido relaciones sin protección con la pareja permanente o con una pareja ocasional, es necesario revisar el estado de salud general de la mujer, haciendo análisis de sangre que incluyan pruebas de HIV/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual antes de decidir un embarazo.
Quizás el problema principal con respecto a la infertilidad y las infecciones que pueden causarla, sea el creado por las llamadas infecciones silenciosas. Este tipo de enfermedad no produce ningún signo claro de su presencia, pudiendo perjudicar el organismo sin que la paciente lo note a tiempo. Las infecciones silenciosas más corrientes de este tipo son las causadas por la clamidia, el micoplasma y el ureoplasma, gérmenes que pueden generar el mismo efecto de las adherencias en las trompas de Falopio que las enfermedades que nombramos anteriormente. Estas enfermedades, en general, se alojan en el organismo durante largos períodos y pueden estar inactivas por años hasta que el estrés o las defensas bajas les permiten manifestarse. Cuando las trompas se obstruyen a causa de estas infecciones pero la mujer continúa ovulando es preciso recurrir a un tratamiento de reproducción asistida (el más común si no hay otras complicaciones es la Fecundación en Vitro), aunque a veces una intervención laparoscópica es suficiente para liberar las trompas y volver a reestablecer el circuito ginecológico correctamente en la paciente.
Para evitar contraer infecciones se recomienda mantener un ambiente limpio, especialmente la utilización de sanitarios debidamente desinfectados; el cambio frecuente de ropa interior; no compartir ropa interior no higienizada ni ningún tipo de objeto que tenga contacto con la zona pélvica y vaginal. Con una correcta alimentación y una prevención básica se pueden descartar la mayoría de las infecciones ginecológicas corrientes y asegurarse que la infertilidad no se convierta en una amenaza para una pareja que desea un futuro familiar planificado.
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