Frente a la experimentación de dificultades para conseguir un embarazo asoman los miedos: ¿Estará mi cuerpo preparado para la concepción? ¿Podré cumplir el sueño de tener hijos? Por supuesto que se trata de un tema muy sensible y que inevitablemente va a generar preocupaciones, pero resulta importante que no se dispare la alarma antes de tiempo: existe toda una serie de estudios médicos capaces de identificar con exactitud casos de infertilidad de distinto grado.
Como bien podrá suponerse, los exámenes en cuestión serán diferentes si el paciente que acerca su inquietud a la clínica de fertilización es de sexo masculino o femenino. En el presente artículo repasaremos los procedimientos que se han diseñado específicamente para diagnosticar problemas de fertilidad en mujeres:
1 – Consulta ginecológica: Lo primero que debe hacer una mujer que no logra quedar embarazada es tomar una consulta, ya sea con su ginecólogo estable o con un profesional especializado en fertilidad. En el consultorio, la paciente responderá una serie de preguntas y pasará por un examen de rutina que servirá de base para la prescripción de estudios a ejecutar.
2 – Conteo hormonal: Se trata de uno de los primeros y más sencillos pasos que prescribirá un profesional de la salud reproductiva. Consiste en un análisis de sangre que indagará sobre el funcionamiento y la actividad presentes en los ovarios y la hipófisis, glándula clave en la secreción de hormonas como la FSH (hormona estimulante del folículo) y la LH (hormona leutinizante). En términos ideales, este estudio debe llevarse a cabo en el marco del tercer día del ciclo menstrual.
3 – Ecografía pélvica: Mediante la utilización de tecnología de ultrasonido, esta prueba permite una aproximación en imágenes a los órganos reproductivos de la mujer. Dado que el estudio ofrece resultados en tiempo real, brinda la posibilidad de apreciar en detalle los movimientos que se producen en esa zona del cuerpo e identificar trastornos. Se trata de un test absolutamente seguro e indoloro.
4 – Seguimiento del proceso de ovulación: Es común que el ginecólogo o el médico especializado en salud reproductiva recomiende tomar nota de los patrones de ovulación. ¿Cómo se realiza? La paciente deberá llevar control de su temperatura corporal, registrar los niveles de mucosa cervical y apelar a tests de ovulación que pueden conseguirse en cualquier farmacia.
5 – Ecografía transvaginal: Tal como lo indica su nombre, se trata de un recurso diagnóstico que se vale de tecnología de ultrasonido y que se lleva adelante explorando a través de la vagina. A partir de la introducción de una sonda debidamente protegida y esterilizada, se examina con alta precisión la genitalidad orgánica de la paciente.
6 – Histeroscopia ginecológica: Desarrollada como una herramienta para detectar anomalías en la zona del útero, la histeroscopia es una práctica que puede resultar clave en un proceso diagnóstico de presunta infertilidad. Se instrumenta bajo modalidad endoscópica, es decir con una sonda que en su extremo cuenta con una cámara de video. Una vez introducido en la cavidad uterina, dicho dispositivo da cuenta en tiempo real y con un alto nivel de precisión sobre posibles trastornos. En ciertos casos, este examen explica las razones por las cuales los embriones no logran un implante satisfactorio.
7 – Histerosalpingografía: Estudio de naturaleza radiológica que se lleva adelante con la inyección de un líquido de contraste en el útero. Se trata de un examen clave para evaluar los niveles de permeabilidad de las trompas de Falopio. Y, en ese sentido, su importancia no es para nada menor: el taponamiento de ambas trompas obstaculiza de modo definitivo el proceso de concepción natural.
8 – Biopsia de endometrio: A través de una cánula que se introduce en el útero, se toma una muestra de mucosidad endometrial. Dicho material luego es analizado para detectar anomalías o infecciones.
9 – Análisis de cromosomas: Es uno de los últimos recursos que suelen ponerse en juego, cuando ya se ha pasado por otras prácticas diagnósticas sin resultados clarificadores. Consta de un examen de cariotipo para observar posibles anomalías genéticas que expliquen dificultades en la fecundación. Se instrumenta a partir de un análisis de sangre.
10 – Cirugía menor: Existen situaciones más bien inusuales en las que el médico decide llevar adelante una cirugía de baja complejidad. Se instrumenta con una pequeña incisión en la zona abdominal y tiene un objetivo claro: permitir la observación directa del escenario orgánico que exhibe la paciente. Así, pueden controlarse de primera mano el útero, los ovarios y las trompas de Falopio.
Es importante saber que no todas las pacientes deberán pasar por la serie completa los de exámenes mencionados en este artículo. Por el contrario, el profesional actuante evaluará cada caso particular y prescribirá las pruebas que considere necesarias, para combatir los problemas de fertilidad.
Una vez que se atraviesen los estudios que hayan sido indicados, usted alcanzará certezas sobre su salud reproductiva. Quizás reciba la buena noticia de que no hay problema alguno, o que las dificultades para concebir son de carácter menor. También es posible que el diagnóstico no sea el deseado, pero tampoco en ese hipotético escenario conviene caer en la desesperación: tratamientos de reproducción asistida seguirán significando la posibilidad cierta de alcanzar el anhelo de la maternidad.
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