En este artículo explicaremos la diferencia entre estas dos expresiones comunes que suelen confundirse o utilizarse como sinónimos.
Son dos términos completamente distintos, aunque suelan utilizarse como sinónimos. A grandes rasgos:
Como se puede observar a simple vista, son dos conceptos distintos, pero no solo eso, sino que también los estudios que se realizan para determinar los causantes y los tratamientos que pueden solucionarlo son distintos.
Si una pareja ha pasado ya un año de tener relaciones sexuales sin utilizar ningún método anticonceptivo y no se ha logrado el nacimiento de un niño, se comienza a evaluar la existencia de problemas de fertilidad.
El período de espera es más corto si:
Siempre lo más recomendable es realizarse estudios sin demorar demasiado.
Antes era usual referirse a la Infertilidad cuando se producían más de tres pérdidas de embarazo. Pero, actualmente, debido al conocimiento acerca del padecimiento y el gran estrés que conlleva perder un embarazo (tanto emocional, como físicamente) se sabe que es más conveniente realizar estudios y tratamientos cuando han ocurrido tan solo dos pérdidas.
De todos modos, como aclarábamos anteriormente, en el caso de existir antecedentes de problemas tanto en el hombre como en la mujer, no se debe esperar para realizar estudios.
Existen dos tipos de Infertilidad a considerar:
Se habla de esterilidad cuando tras un año de relaciones sexuales no se logra la concepción.
En caso de problemas preexistentes tanto de la mujer como del hombre, o bien, cuando se tienen más de 35 años de edad, es esencial averiguar cuál es el problema mediante un estudio para poder comenzar un tratamiento lo antes posible.
Existen dos tipos de Esterilidad a considerar:
Para determinar si existe un problema de Esterilidad o Infertilidad, pueden realizarse distintos estudios específicos. Determinar un diagnóstico certero permitirá evaluar qué tratamiento de fertilidad es conveniente llevar adelante.
Algunos de los estudios más comunes, que se realizan a la pareja en conjunto son:
Si existen antecedentes familiares de problemas reproductivos,
Cómo es la vida sexual de la pareja (frecuencia de las relaciones sexuales, utilización de métodos anticonceptivos hormonales, etc.),
Cómo es la menstruación de la mujer, si existen irregularidades o no,
Si se han padecido o se padecen enfermedades,
Si se consumen determinados medicamentos, drogas o alcohol,
Cómo son los hábitos alimenticios de la pareja y/o
Qué nivel de actividad física llevan a cabo.
El estudio más común que se realiza a los hombres es el Espermiograma. Mediante un Espermiograma se puede estudiar el semen: cuál es la movilidad de los espermatozoides, en qué cantidad se encuentran en la muestra, cómo es su anatomía y si las eyaculaciones son insuficientes o presentan anomalías.
En primer lugar, suele realizarse un análisis hormonal que mide el nivel de progesterona en el día 22 o 23 del ciclo menstrual.
También se realizan Ecografías transvaginales para observar si existen malformaciones o si hay alguna anomalía anatómica, al igual que Laparoscopías para determinar si los órganos genitales presentan alguna anomalía o si se trata de un caso de endometriosis e Histeroscopías para evaluar que no existan pólipos o sinequias en el útero.
Algunos estudios más específicos son, por ejemplo, las Biopsias de endometrio: en estas se toma una muestra del tejido con la finalidad de detectar enfermedades o anomalías que impidan la concepción; y el Test de Sims-Huhner: en que se toma una muestra del moco cervical en el período de ovulación del ciclo menstrual, luego de entre 5 y 15 horas de haber efectuado el coito, para evaluar la interacción de los espermatozoides en los genitales femeninos.
En cualquiera de los casos vistos en este artículo, es preciso saber que detectar el problema es esencial y no se debe demorar en este punto. Por consiguiente, al identificar el causante de la infertilidad o la esterilidad, se puede comenzar un tratamiento de reproducción asistida que ayude a la concepción y llegada a término del embarazo.
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