Una de las características principales que define a la ciencia es su incesante búsqueda por mejorar e incluso superar, continuamente, los logros obtenidos en cualquiera de las materias en las que se ocupe. Esa búsqueda es, en esencia, la que define el espíritu científico: el de ir siempre un paso más allá y no tomar ningún supuesto como definitivo. Por eso, en el caso de la Fecundación in Vitro (FIV), que es uno de los grandes avances en las técnicas por reproducción asistida (TRA) y uno de los procedimientos que más ha ayudado a las parejas que buscan formar una familia, la ciencia no se conforma con lo obtenido y va por más.
Estudios recientes efectuados en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de Argentina, junto con científicos del Centro de Medicina Reproductiva de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, (PREGNA), han desarrollado un proyecto que propone una forma no invasiva de establecer qué embrión(es) es el más apto para implantarse en el útero de la madre.
Recordemos que la fecundación In Vitro es un proceso que principalmente se destina a parejas con problemas de infertilidad a través de la manipulación de gametos (óvulos fecundados por espermatozoides) en un medio artificial, de laboratorio. Al cabo de unos días, ese gameto es implantado en el útero de la madre para que, finalmente, continúe su desarrollo hasta dar a luz a un/a niño/a. Descrito de esta manera, el proceso de FIV pareciera no presentar grandes dificultades. Sin embargo, uno de los aspectos que los científicos siempre han intentado mejorar tiene que ver con los embarazos múltiples, muy comunes en este tipo de tratamiento. Es que, dadas las dificultades para saber a ciencia cierta cuáles embriones serán los más aptos para implantarse, suelen elegirse entre dos y tres de ellos, de acuerdo a su morfología, lo cual origina los embarazos múltiples. Desde el punto de vista obstétrico, este hecho podría representar un riesgo para la madre y su embarazo. En consecuencia, si pudiésemos saber qué embriones son los más eficaces, este aspecto que conlleva la FIV podría superarse. Aunque existan otros métodos para seleccionar los gametos, estos se basan en técnicas invasivas que proporcionan información sobre los rasgos genéticos pero que raramente proporcionan la información de si serán capaces de implantarse.
Pues bien, precisamente en este punto es donde interviene la metabolómica, un método que se basa en el estudio sistemático de la metaboloma, sistema dinámico constituido por el conjunto de metabolitos o productos que el embrión libera o consume del medio donde se cultiva. Éstos pueden ser ácidos grasos, lactato, piruvato, aminoácidos y otras señales moleculares y/o metabolitos secundarios. De esta manera, la metabolómica representaría una manera no invasiva (sin riesgos para los embriones) de establecer cuáles de ellos son los más “sanos” y “fuertes” para implantarse. La forma en que los científicos esperan obtener estos datos de los metabolitos es a través de una espectroscopía infrarroja, la cual puede identificar la composición química de distintas muestras. En otras palabras, esta metodología permitirá obtener una “fotografía” en tiempo real de los compuestos químicos del cultivo de los embriones.
No obstante, para una correcta interpretación de los datos obtenidos, los científicos cuentan con avanzados softwares basados en el reconocimiento de patrones, los cuales detectarán el potencial reproductivo de los embriones.
En suma, la importancia de estos avances (el proyecto que llevan adelante los científicos de la UNLP y de PREGNA ha sido recientemente galardonado por el laboratorio alemán Merck Serono) se focaliza en mejorar las tasas de embarazo en los tratamientos por FIV a la vez que establece, de una forma no invasiva, un método para evitar los embarazos múltiples en dichos procesos.
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